Vol. 1 Núm. 118 (2003): Varios

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A dos años de que gobiernos diferentes al PRI tomaran bajo su responsabilidad la conducción del estado de Chiapas –uno a nivel federal y otro a nivel estatal–, las situaciones de conflicto, ruptura y enfrentamiento no han logrado desaparecer de la vida cotidiana de aquella entidad del sureste. Por el contrario, una especie de guerra velada se articula día con día. El tema chiapaneco continúa siendo punto de enfrentamiento y escisión entre los actores que en él participan. Cualquier asunto relacionado con Chiapas y su problemática se convierte en pretexto para la divergencia. La recién aprobada reforma indígena es sólo una muestra, pues, lejos de allanar el camino hacia la reanudación del diálogo, se ha convertido en importante obstáculo para su continuación. Nadie ha logrado ponerse de acuerdo. Al interior del gobierno surgieron posturas encontradas, como también en la Cocopa, en el PAN, el PRI y el PRD, así como en los congresos estatales y más aun en los gobiernos municipales. Qué decir de la administración de Pablo Salazar que, lejos de ser una garantía de paz para la entidad, ha abierto frentes hacia todos la dos, mientras que el EZLN, aprovechando la Ley de Concordia y Pacificación (aprobada en marzo de 1995), avanza hacia su proyecto por fuera del sistema de partidos, que cree en la democracia directa y que pone en duda la viabilidad y aplicación del estado de Derecho.

Publicado: 2024-09-13

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