Vol. 1 Núm. 90 (1998): Violencia y Administración de justicia
Dentro de los temas que han venido capturando la consciencia de especialistas y no especialistas, la inseguridad ciudadana parece mostrarse como uno de los más privilegiados en este fin de siglo, a grado tal, que se enuncia como una de las prioridades a resolver por las llamadas democracias contemporáneas.
Ciertamente, la imagen de la violencia desbordada tanto en las ciudades como en la ruralidad, ha revocado la huida de todo optimismo y comenzamos a aprender a coexistir con el miedo y la sospecha, independientemente de que estas sensaciones lleguen o no a tener un referente objetivo.
En parte, el optimismo que los medios de información construyen al inicio de la segunda mitad de este siglo, lo ha alcanzado el tiempo de indigencia relatado por Heidegger y que hoy se dibuja en la nomenclatura de las crisis. En efecto, algunos discursos ingenuos no han dejado de calificar con ese sentido, por ejemplo, a la contemporánea vida carcelaria, sin tomar en cuenta que la prisión, como otras instituciones, desde su epifanía nace efectivamente en crisis y su resolución forma parte de las siempre postergadas promesas de la Modernidad.