El sismo: antecedentes y consecuencias
Palabras clave:
sismo, política, sociedad, vivienda, maquila,Resumen
Vivir en la Ciudad de México es, al menos, un milagro cotidiano. Constatar día a día que el equilibrio precario se mantiene, que a pesar de todo la regularidad de las cosas continúa, es apostar a la aventura de continuar vivos y aglomerados, y es también desechar las fantasías apocalípticas de que esto no puede seguir así.
La locura de vivir en el Distrito Federal lleva su racionalidad implícita. La ciudad es lo que el promedio del país no otorga a sus habitantes: un espacio social que genera mejores condiciones de educación, de vivienda, un ingreso mejor distribuido, mayores posibilidades de empleo, mejores servicios de salud, mejor infraestructura de telecomunicaciones. No es la región más transparente, pero seguimos viviendo aquí por algo.
El alto grado de concentración del Distrito Federal es una aberración. Los costos sociales son muy altos y la misma ciudad se encarga de cobrarlos sin piedad. Un día un barrio se despierta en llamas y nos duelen todos sus muertos, y toda la irresponsabilidad y la corrupción que permitió la tragedia. Otro día nos recuerda que un subsuelo deteriorado, con edificios mal construidos, produce miles de muertos y derrumbes, el día que la tierra se pone a temblar más fuerte de lo acostumbrado.
El reto de destruir a todos los jinetes del apocalipsis que nos amenazan, implica cambiar no sólo la dinámica de la ciudad, sino también proponer y realizar una transformación profunda del país. Tan determinante es este conglomerado humano sobre el conjunto de la sociedad que somos.
El Cotidiano, siguiendo su intento de contribuir a la comprensión de los procesos actuales, quiso dedicar un número especial a la Ciudad de México, en el parteaguas del sismo.
La relevancia que ha tenido la tragedia vivida, tanto a nivel personal como comunitario, se demuestra ampliamente en este número a través de las múltiples colaboraciones de la comunidad universitaria. Su reflexión y participación en brigadas de rescate y de apoyo a los damnificados tendieron nuevos puentes de comunicación con la sociedad, y dio una nueva perspectiva al trabajo de investigación. Queda este número especial de El Cotidiano como testimonio.
Organizamos este número tratando de abarcar los diversos aspectos del fenómeno, sin la pretensión por supuesto de ser exhaustivos en su tratamiento. El carácter interdisciplinario de la revista queda ilustrado con las valiosas colaboraciones de directores y profesores de las divisiones de la Unidad Azcapotzalco, así como del Secretario de la Unidad.
Por su parte el comité de redacción de la revista tuvo a su cargo la elaboración de los cuadros que enfocan al Distrito Federal desde diversos aspectos, tratando con esto de reforzar la labor de investigación que implica el conocimiento del complejo fenómeno que es esta ciudad.
El reto de no permitir más muertes evitables, de hacer de nuestro espacio físico y social un lugar más habitable, rebasa cualquier esfuerzo de los ciudadanos aislados. Ojalá este número especial contribuya a la discusión colectiva de lo que nuestra ciudad es. Cabe a cada sector de la sociedad traducir el conocimiento en formas que permitan transformar el mundo que nos rodea.
Que sirva este número, por el momento, como un modesto y respetuoso homenaje a las víctimas de los siniestros, y también como un gracias a la vida que nos obliga a aprender de nuestros muertos... para que sus muertes no sean inútiles.