No. 137 Identidad y autonomía
¿Qué es el Zapatismo? La construcción de un imaginario rebelde (1994-2001)
Isabel de la Rosa
Aquí proponemos pensar al zapatismo como una comunidad imaginada, en la acepción propuesta por Benedict Anderson1, la cual se articula a partir de un imaginario colectivo construido mediante un discurso polisémico que, no obstante su aparente vaguedad, da lugar e incentiva un proceso de resignificación del mundo que motiva y da sentido a la realización de prácticas concretas como actos de protesta, cambios en las formas de participación y cultura política y, de modo más general, en las maneras de plantearse proyectos políticos, modelos de organización social y de convivencia, entre otros.
Entre la ciudadanía diferenciada y la ciudadanía indígena ¿otra es posible?
Sergio Tamayo
El debate y la confrontación de los zapatistas desde 1995, y durante diez años, se orientó en el reclamo por derechos indígenas sintetizados en la demanda por la autonomía. El desarrollo del debate, la construcción teórica de los zapatistas y las acciones que de facto realizaron en torno a esta concepción democrática, tiene profundas implicaciones en la comprensión de los distintos proyectos de ciudadanía que existen para conducir los destinos de la nación. Un proyecto, el neoliberal, se preocupa por los efectos que la autonomía puede tener sobre la desintegración social, la fragmentación y la inestabilidad política. El otro proyecto, el de los zapatistas, se pensó como emancipación de los indígenas, pero no se limitó sólo a ellos, pues generó potencialidades reales de ejercer ciudadanía hacia el conjunto de la sociedad mexicana.
Los indígenas contra la modernidad
Armando Cisneros Sisa
La identidad indígena, como parte de la sociedad civil frente al Estado neoliberal, implica en todo caso la emergencia de una fórmula postmoderna de lucha social. La participación de grupos de apoyo nacionales e internacionales, la difusión del movimiento por diversos medios de comunicación y la capacidad discursiva de Marcos, ponen en un nuevo patrón el movimiento indígena. Ya no se trata de los viejos movimientos campesinos, por la dotación simple de tierras, ni de los viejos movimientos guerrilleros, por la implantación del socialismo a manos de una vanguardia revolucionaria. Tampoco es un movimiento democrático partidista. Es, por sus características organizativas y por el tipo de demandas que plantea, un movimiento emancipatorio de un sector social marginado. Es la nueva crítica postmoderna de las identidades.
EZLN: política y poder desde los movimientos sociales
Guillermo Almeyra
La “otra campaña” tiene un tinte electoralista que podría tener consecuencias peligrosas para el EZLN y para las clases subalternas de México. Votar o no votar no es un problema de principios: lo fundamental es hacer avanzar, de todos los modos posibles, la independencia política y la conciencia anticapitalista de los oprimidos y de los explotados, es educarlos y organizarlos para que pueden construir una alternativa a la política del capital que los partidos oficiales teorizan y aplican como si fuese la única posible.
Caracoles: La autonomía regional zapatista
Héctor Díaz-Polanco
En suma, las juntas podrán acordar el destino de los recursos que provengan de diversas fuentes externas (vitales en el momento actual y al parecer por un buen tiempo), expedir los certificados zapatistas de reconocimiento y, finalmente, formar un fondo para redistribución con los impuestos y los excedentes. Así, pues, si las cosas funcionan como se han planeado, las juntas tendrán un papel muy relevante en el sistema autonómico zapatista. La práctica mostrará si esto será para bien o para mal. Pero, en términos gruesos, es probable que el camino ensayado sea la ruta correcta, si de afianzar y enriquecer la vida autonómica de los pueblos se trata.