No. 122 Elecciones Intermedias
2003: elecciones después de la transición
Juan Reyes del Campillo
Lo que el pasado proceso demostró es que es válido asumir que la incertidumbre electoral es un elemento inherente a la democracia mexicana. Que cada vez serán mayores los niveles de competitividad en los distintos escenarios electorales, y que no dependen ya de polarizar la votación a favor o en contra del PRI. Porque precisamente si algo dejó en claro la elección, es que el electorado no desarrolló ningún elemento alrededor del cual estuviese ejerciendo un voto de castigo. Al contrario, pues casi todos los gobernadores tuvieron indirectamente una valoración positiva de su desempeño.
El Partido Revolucionario Institucional en las elecciones federales y locales de 2003
Luis Reyes García
Las victorias priístas no se escriben, en la mayoría de los casos, en la solidez y la unidad de una estructura organizativa. A nivel local, los triunfos son el resultado del esfuerzo de los candidatos y la estructura local. En este sentido, podemos decir que el PRI funciona cada vez más como muchos PRI locales cuyas fortalezas y debilidades están en función de la capacidad de sus respectivas élites y dirigencias para implementar estrategias que les permiten o no ganar elecciones. El PRI es, para decirlo con Peter Lösche, un partido que tiende a funcionar –a la usanza del partido socialdemócrata alemán– como una anarquía levemente acoplada.
El Partido Acción Nacional frente a las elecciones de 2003
Tania Hernández Vicencio
Este artículo analiza la situación en la que el Partido Acción Nacional enfrentó las elecciones intermedias de julio de 2003. La idea central del trabajo es que hay dos factores que contribuyeron a definir una estrategia político-electoral errática, a partir de la cual el PAN enfrentó la contienda. Primero, la miopía de los panistas para valorar su papel como partido en el gobierno, en el marco de la transición democrática. Segundo, la permanente lucha de poder entre las dos principales fracciones nacionales, la tradicional y la neopanista, que, al tratar de mantener el control del partido, abonaron a su causa de manera negativa. Importantes indicadores de cómo estos aspectos fueron perfilando un difícil panorama para Acción Nacional, son las características de la relación partido-gobierno, la contienda por la renovación de la dirigencia nacional y las condiciones en las que los panistas operaron el proceso electoral.
La crisis institucional como normalidad: un balance del PRD en el 2003
Esperanza Palma
Este artículo tiene por objetivo hacer un balance general del desempeño electoral del PRD durante las elecciones federales de 2003 y las elecciones en el Distrito Federal para jefes delegacionales. Se propone, también, analizar y discutir el sentido de la renuncia de Rosario Robles en agosto del mismo año. Se parte de que el PRD, aunque consigió más diputaciones que en la anterior legislatura y recuperó algunas delegaciones perdidas en el 2000, tuvo un avance poco significativo y continúa atravesando por un acrisis interna que pone en evidencia sus problemas de institucionalización, al punto de que parece que las crisis y la precariedad de su vida institucional se han convertido en parte de la normalidad de esta organización política.
Saldos y balance de la alternancia en Jalisco 1995-2003
Edgardo Quintero Ibáñez
El PAN tiene como tarea, si quiere seguir siendo el partido en el gobierno, trabajar para encontrar y fomentar los liderazgos que garanticen una gobernabilidad con los ingredientes que exige una democracia consolidada: apego a la norma como fuente de legitimidad y regla de conducta; responsabilidad en la gestión pública, es decir, responder o dar cuentas ante la ciudadanía; compromiso para abrir espacios políticos a nuevas generaciones y actores, y profesionalizar el servicio público de forma tal que los mejores cargos sean ocupados por los más capaces. El PAN debe ser sensible a esta realidad; de no ser así, seguramente, para el 2006, tendremos otro partido gobernando en Jalisco.