No. 173 Estado mexicano y violencia irracional: Los saldos de la guerra

No. 173 Estado mexicano y violencia irracional: Los saldos de la guerra

El ¿saldo? de la guerra de Calderón contra el narcotráfico

José Luis Piñeyro*

El fenómeno del narcotráfico y en general del crimen organizado y del común, no puede entenderse si no se subraya un punto de partida analítico central: este fenómeno es un problema estructural y no provisional donde economía y política están articulados, reflejado tanto a nivel microsocial como macro a través de dimensiones cambiantes: en conductas y valores individuales y colectivos cotidianos y de emergencia, en distintas formas de agrupación y cohesión o desintegración de la sociedad, en diversos sectores de bienes y servicios de la economía, así como en diferentes gobiernos sean municipales o estatales o el federal, y en las instituciones del Estado mexicano.

La guerra que no dice su nombre
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No. 173 Estado mexicano y violencia irracional: Los saldos de la guerra

La guerra que no dice su nombre

Arturo Anguiano

Resulta aparentemente inexplicable que el presidente Felipe Calderón convirtiera la guerra contra el narcotráfico y el crimen organizado en la estrategia fundamental de su gobierno, la que en los hechos ha condicionado el conjunto de la gestión estatal, convirtiéndose en el signo distintivo del panismo en el poder. Esa guerra no se le impuso a Calderón, no fue resultado de una crisis específica relacionada con algún salto cualitativo de la acción del crimen organizado que hubiera sucedido al tiempo que ocupaba Los Pinos y que requiriera, por consiguiente, sin remedio, cambiar en forma radical las prioridades gubernamentales. Estamos, más bien, ante una guerra que no dice lo que es, que se disfraza, que precipita al país en una situación dominada mayormente por el desasosiego y la incertidumbre.

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Caminos de Michoacán: elecciones, narcotráfico e izquierda

Rubén Darío Ramírez Sánchez

Las elecciones del 13 de noviembre de 2011 en Michoacán para renovar la gubernatura, las 112 alcaldías (a excepción de Cherán) y los 40 escaños en el Congreso se enmarcan en un complejo proceso de transición político-electoral que desde finales de los ochenta ha abonado cambios importantes en la construcción de un régimen pluripartidista. Tanto la defensa del voto como la construcción de reglas de competencia más justas han permitido el tránsito de un régimen de partido único a uno bipartidista y tripartidista, caracterizado por una permanente volatilidad del voto. Los resultados electorales nos permiten analizar las nuevas caras de la lucha política a partir de la injerencia camuflada del titular del Ejecutivo Federal a favor de su partido, así como una atmósfera de violencia causada por la “guerra contra el narcotráfico” que exhibe los límites del Estado mexicano y la participación del crimen organizado como un actor influyente en la definición de la correlación de fuerzas en el campo político. El retorno del pri al gobierno después de más de una década abre un nuevo periodo de gobierno de este partido, al tiempo que el perredismo michoacano muestra un sensible agotamiento ocasionado por sus propios excesos y las disputas internas que lidian sus facciones por las posiciones.

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Los controladores del tráfico aéreo y la seguridad aérea

Marco Antonio Leyva Piña*

El deterioro de la aviación es el resultado de una deficiente política de Estado que no se encuentra exenta de corrupción, y de la irresponsabilidad empresarial que se expresa con muchos rostros, uno de ellos es mantener condiciones operativas que afectan a la seguridad aérea; por ejemplo, el control de tráfico aéreo se encuentra regulado más por decisiones políticas que por una racionalidad técnica, generando un fabuloso desorden administrativo, realidad que transgrede a los convenios internacionales de seguridad que reglamentan ese servicio.

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Migración y remesas. Algunos indicadores para México (2000-2008)

Jaime Botello Triana*

Una de las explicaciones teóricas del fenómeno migratorio es la que considera que el motivo para desplazarse a otro país radica en el exceso de oferta de trabajadores pobres en sus países de origen y, en consecuencia, al diferencial de salarios entre los países expulsores y los países receptores. Tal postulado parece cumplirse para el caso de México pues de acuerdo con los datos de la emif, en promedio durante el periodo 2000-2008 el 54% de las personas ocupadas en México tienen ingresos de cero hasta dos salarios mínimos, 26% percibe de dos hasta cinco salarios mínimos y 9% gana más de cinco salarios mínimos; en conjunto el 80% de la población que migra tiene ingresos de cero hasta cinco salarios mínimos. Así, la población que migra tiene bajos salarios en México, el país expulsor, y es empujada a buscar mejores condiciones en Estados Unidos, el país receptor.